-¡Gumercindo! Escóndete ven… Allá viene el jefe.
Y cuando me dijo eso, yo no pude reaccionar a tiempo (Porque tenía empiná la botella cuando me dijo) y he pegado yo el brinco señores, cuando vi a mi patroncito jefe caminando por la acera. Él no se hubiese dado cuenta de mi presencia, sino me hubiese atragantao con la cerveza, escupiéndola y tosiendo con fuerza.
-¡Muy bonito Gumercindo! ¿Esto es lo que haces todos los días en vez de trabajar? ¿Ah? ¡Es que no hay respeto Dios!
El patroncito jefe siguió después de regañarme, y yo bueno, ¡Si que estoy salao! Porque me vio a mí nomás. El Jacinto de vivo salió pal’ baño y no lo cacharon. Por eso, yo fui el que tuve que calarme la cantaleta de la Jefa de Recursos Humanos en la oficina, después que llegué.
Me provocó decirle que, en mi horario de descanso puedo hacer lo que sea, pero ella se afincó diciéndome que me iban a amonestar si “persistía” con mi costumbre de tomar cervezas en el horario de trabajo.
¡Va pues! Ahora si me acomodé yo. Yhajaira no me deja beber en la casa con Jacinto, Joseíto y Rogelio, y en el único sitio donde me podía echar una pa’ quitarme el calor, ¡Puffff! Me cachan, y se acaba el encanto.
Así pues gente, cuidado los ven por ahí haciendo lo que supuestamente, no se debe.
¡Ni que uno fuera!
Gumercindo Tápia.
Venezolano de orgullo.
Trabajador por obligación.
-¡Muy bonito Gumercindo! ¿Esto es lo que haces todos los días en vez de trabajar? ¿Ah? ¡Es que no hay respeto Dios!
El patroncito jefe siguió después de regañarme, y yo bueno, ¡Si que estoy salao! Porque me vio a mí nomás. El Jacinto de vivo salió pal’ baño y no lo cacharon. Por eso, yo fui el que tuve que calarme la cantaleta de la Jefa de Recursos Humanos en la oficina, después que llegué.
Me provocó decirle que, en mi horario de descanso puedo hacer lo que sea, pero ella se afincó diciéndome que me iban a amonestar si “persistía” con mi costumbre de tomar cervezas en el horario de trabajo.
¡Va pues! Ahora si me acomodé yo. Yhajaira no me deja beber en la casa con Jacinto, Joseíto y Rogelio, y en el único sitio donde me podía echar una pa’ quitarme el calor, ¡Puffff! Me cachan, y se acaba el encanto.
Así pues gente, cuidado los ven por ahí haciendo lo que supuestamente, no se debe.
¡Ni que uno fuera!
Gumercindo Tápia.
Venezolano de orgullo.
Trabajador por obligación.
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