martes, 1 de julio de 2008

Ni En El Almuerzo Pues

Yo no sé si soy el único en Venezuela que se bebe una o dos cervecitas a la hora del almuerzo, porque, aquí en este país sufrimos más cuando hay ley seca y escasez de aguardiente, que cuando aumentan el precio de la gasolina o nos atracan. Pues, hoy en la mediodía, Jacinto como siempre me dice que vayamos pa’ que la vieja Sandra a almorzar. Yo aprovechando que no traje comida –porque la mala madre de la Yhajaira no hizo comida anoche porque llegó arrecha de que Cecilia, supuestamente porque perdió 70mil bolos jugando barajas- me fui con mi compañero de tragos a comer en el comedor popular que queda cerca de la Baralt. Bueno, entonces, mientras esperábamos que nos sirviera, pedimos dos guayacolitas bien frías (Polar tercio), y comenzamos a echar cuento, cuando veo que Jacinto pela los ojos y me dice.

-¡Gumercindo! Escóndete ven… Allá viene el jefe.

Y cuando me dijo eso, yo no pude reaccionar a tiempo (Porque tenía empiná la botella cuando me dijo) y he pegado yo el brinco señores, cuando vi a mi patroncito jefe caminando por la acera. Él no se hubiese dado cuenta de mi presencia, sino me hubiese atragantao con la cerveza, escupiéndola y tosiendo con fuerza.

-¡Muy bonito Gumercindo! ¿Esto es lo que haces todos los días en vez de trabajar? ¿Ah? ¡Es que no hay respeto Dios!

El patroncito jefe siguió después de regañarme, y yo bueno, ¡Si que estoy salao! Porque me vio a mí nomás. El Jacinto de vivo salió pal’ baño y no lo cacharon. Por eso, yo fui el que tuve que calarme la cantaleta de la Jefa de Recursos Humanos en la oficina, después que llegué.

Me provocó decirle que, en mi horario de descanso puedo hacer lo que sea, pero ella se afincó diciéndome que me iban a amonestar si “persistía” con mi costumbre de tomar cervezas en el horario de trabajo.

¡Va pues! Ahora si me acomodé yo. Yhajaira no me deja beber en la casa con Jacinto, Joseíto y Rogelio, y en el único sitio donde me podía echar una pa’ quitarme el calor, ¡Puffff! Me cachan, y se acaba el encanto.

Así pues gente, cuidado los ven por ahí haciendo lo que supuestamente, no se debe.

¡Ni que uno fuera!


Gumercindo Tápia.
Venezolano de orgullo.
Trabajador por obligación.

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