miércoles, 2 de julio de 2008

Hasta Caricantándoles


Hay que ver que estos hijos de uno son la vaina más mal agradecida del mundo. Uno que siempre les anda diciendo, aconsejando, les consuela y les hace caso, les da plata pa’ que se compren sus cosas; jamás recibe esa retroalimentación que debería haber en las familias. Mis hijos son un caso, para hablar con ellos es todo un procedimiento. He tenido que aprender todo tipo de jergas, modismos, estilos de habla y hasta he tenido que ponerme a decirle las cosas catando reggetón pa’ que me hagan caso.

Y es que esa la única forma de que internalicen lo que uno les dice. Imagínense, yo me fijé que mi hija mayor y el segundo (Janixio) se la pasan tarareando por toda la casa las canciones del tipo ese pelón que vive en la Calle 13. El Janixio es uno que vive diciendo “se te ve la raja, la paltidura, la que divide la holgura de tu blancura” cuando ve a la madre caminando en paños menores por la cocina (Arrecha porque no tiene plata pa’ jugá rume ¬¬) ¡Que muchacho tan falta e’ respeto Dios! Y después dicen y se quejan de porque uno le mete sus coñazos.

La Maritza… ¡Ay! No… Ese es otro cuento. Bueno, esa sí que me tiene preocupao. Ni les digo; el otro día andaba tarareando una canción que decía que “hoy era noche de ustedes saben pa’ qué”. Pues entonces, así que yo, comencé a escuchar la musiquita esa pa’ poder entenderlos y comunicarme con ellos (Ya que Jacinto me dijo que es muy importante mantener niveles adecuados de comunicación con los hijos para que, en momentos de difícil atención confíen en uno pa’ lo que sea). Así entonces descubrí los beneficios de andar por la casa “sandungueandoles” las cantaletícas con algo de ritmo, porque como ellos repiten las canciones todo el tiempo pues, seguramente repiten en la cabeza lo que yo les digo para su bien.

Yo andaba muy confiado de mi teoría –y más que todo después de tanto hablar con mi compadre Jacinto- pero, hubo una noche en que la coño e’ madre de la Maritza (Esa no tiene otro nombre), tenía una fiesta por ahí y supuestamente se iba a re-encontrar con su antiguo novio. A mí me costó un bolón ver que ella lo dejara. Le vivía diciendo, “!Mija! Ese es un vividor, lo único que hace es pedirme prestao, y se la pasa por toda la casa comiéndose la comida… La otra vez lo caché jartándose el jamón… ¡No, no, no no noooo! Deje a ese vergo mija, hágame caso… ¡Medítelo hija! Medítelo.

¿Y ustedes saben señores, que me ha dicho la descarada esa? Se volteó, me miró a los ojos riendo antes de salir por la puerta, y me dijo: “¡Ay! Papá, no se me preocupe que ya me lo medí… Y me cabe completíiiiiiiico…!”.

¡Nojoda! ¡Ni quiuno jueeeeera! :@


Gumercindo Tápia.
Venezolano de orgullo.
Buen padre con malos hijos.

No hay comentarios: