miércoles, 28 de julio de 2010

De Colombia pa' Venezuela, de Venezuela pa' Colombia y Visceversa Otra Vez!!!


Buenos días mi gente, ¿cómo están por acá?, pues espero que bien.

Hoy quisiera hacer una reflexión más que echarles un cuentecito. Esa reflexión de la que hago mención nació ayer de una conversación que tuve con el compadre Jacinto, que el muy mañoso andaba ayer por la casa ayudándome a cambiarle los cauchos al carro porque, estoy vendiéndole los rines (y toda la guevonada esa tunning que mis hijos le pusieron).

Mientras echábamos llave, el compadre me pregunta que qué opino de la situación entre Venezuela y Colombia, y aunque no le contesté al momento pensé, que quizás le estamos dando mucha importancia al asunto (en el caso de que sea una artimaña política de ambos países pa’ tocarnos el patriotismo pa’ los votos), o no le damos la importancia suficiente (en el caso de que nos estamos poniendo como que payasos con los compatriotas).

Y digo compatriotas porque los colombianos lo son. Nuestro país rebosa de esa gente y allá también hay venezolanos. Así que hay que andarse con cuidado con ese cuento de una posible guerra, qué se yo, disque hasta el imperio se meterá a echar plomo.

Pero en mi reflexión me di cuenta de que quizás estemos equivocados, porque ambos países, sus pueblos y costumbres se parecen mucho. Imagínense mi gente, las características particulares de una guerra entre ambos países… ¿no lo imaginan? Pues yo sí, y se los enumeraré.

1.- En una guerra entre Colombia y Venezuela, la gente que trabaja no podrá pelear por su país, porque con la situación económica no se podrán abandonar los puestos de trabajos, porque si faltamos: nos botan. Y si nos botan no comemos, así que por esa parte estamos jodíos ambos países.

2.- En una guerra entre Colombia y Venezuela, los buhoneros y comerciantes también se verían afectados, porque no habría gente en la calle pa’ comparles, porque a) los que no pueden pelear se quedan en sus trabajos cuidándolos, y b) los demás se van pa’ la frontera a echá plomo. Entonces como resultado, los buhoneros se irían con sus tarantines hasta la frontera pa’ instalarnos allá y vender cuanta vaina china a los combatientes.

3.- Considerando el punto dos, en una guerra entre Colombia y Venezuela, los vendedores ambulantes que vemos en los semáforos, así como los malabaristas y la gente que pide, también cogería camino pa’ la frontera y venderían: viagra (mango con sal), té con limón, conservas de coco, cocosettes, plátanos, mandarinas, verduras empaquetadas y qué sé yo.

4.- En una guerra entre Colombia y Venezuela, Hollywood intentaría sacar provecho con una película, igualita a Rescatando al Soldado Rayan, pero en nuestro caso se llamaría Sarvando a Jairo en Río Hacha.

5.- Una guerra entre Colombia y Venezuela, beneficiaría a la industria de los estupefacientes y otras sustancias psicotrópicas, porque en la frontera (donde está la mata e’ la vaina), todo el mundo andaría comprando pa’ echase una volá.

6.- En una guerra entre Colombia y Venezuela, ambos campamentos de guerra mostrarían alguna de las siguientes características:

a) Los soldados harían sancochos y parrillas.

b) Pondrían música vallenata (Diomedes Díaz) y comprarían cerveza pa’ armar la parranda en el patio del campamento.

c) Igual que en una fiesta en un rancho, en un barrio o en un sitio lejano a una ciudad, el problema principal sería encontrar hielo pa’ enfriar las cervezas.

d) Al estar palotiaos, irían al campamento contrario (el enemigo) a buscarle peo (a manos limpia) o a reconciliarse con ellos diciéndoles “hermano lo quiero más quel coño”.

f) Andarían cazando güira (las mujeres del campamento contrario).

g) La canción de la guerra sería El Soldado... de Diomedes Díaz.

7.- En una guerra entre Colombia y Venezuela, los carajitos se pondrían en las líneas de avance con carretillas llenas de arena y piedra pa’ tapar los huecos del camino, mientras otros piden plata a los tanques de guerra y demás vaina que pase por ahí.

8.- En una guerra entre Colombia y Venezuela, le sería más fácil a los familiares hacer llegar sus remesas a los familiares en el otro país (lo veo así como que, el soldado venezolano entregándole un sobrecito con cobres a otro soldado colombiano pa’ que se lo haga llegar a su familia en Medellín).

9.- En una guerra entre Colombia y Venezuela, cuando ambos bandos estén frente a frente, antes de disparar se mamarían gallo primero y echarían casquillo… pa’ picar al otro. (Algo así cómo: “Ayyyyy mariquito, ¿tai cagáo? ¡Vení pues vení! Atrévete no más a cruzar esta raya, dale pues…” y “¿A que no le tumbáis el palito del hombro al soldado este?).

10.- En una guerra entre Colombia y Venezuela, otros se encontrarían y se saludarían en plena lluvia e’ plomo. (Algo así cómo, en medio de la echaera e’ tiro, un colombiano y un venezolano se ven y se reconocen, diciéndose: “Hermanaaaazo, vergación, qué de años que no te veía, ¿qué más?, ¿cómo está la verga? ¡Mijo que molleja no habéis vorvio a Maracaibo, vos si soys así, mamá andaba preguntando por vos la otra vez….” Y el colombiano “Oiga parse mírese que usté ta echo así un duro, todo un man hermano, venga parse pásese por aquí que le tengo unas conchitas buenas pa’ que se acuerde de lo bueno”).

11.- En una guerra entre Colombia y Venezuela, éstas serían las groserías cotidianas en los campos de batalla:

a) El colombiano: ya se trancó esta mondá. El venezolano: ya se jodió ésta verga nojoda. (Asunto: avería del fusil).

b) El colombiano: te voa partí ese jopo vea pues. El venezolano: paaaaaoooo, casi le dio. (Asunto: alarde puntería).

c) El colombiano: jueputa!!!!. El venezolano: remardito!!!!. (Asunto: intraducible).

12.- En una guerra entre Colombia y Venezuela, los colombianos y los venezolanos aprovecharían pa’ sacarse la cédula en el país contrario, pa’ tener papeles pa’ trabajar en el otro país en caso de que el suyo pierda la guerra.

Y lo más importante mis hermanos, una guerra entre Colombia y Venezuela, sólo beneficiaría a los coños e’ madre que nos gobiernan, y no les afectará, porque mientras nosotros intentamos matarnos, ellos se andarán echando la bomba bella en Miami, bebiendo whisky 18 años y comiéndose cuanto culito bueno se encuentren. Entonces, si bien no vale la pena caer en provocaciones, nosotros que somos el pueblo, los que sufrimos las consecuencias directas, a los que nos azuzan, A LOS QUE NOS USAN PA’ ESTAS MARRAMUCIAS, no le paremos bolas a esos guevones políticos, y aquél soldado que escuche la voz de abrir el fuego, (sea un soldado colombiano o venezolano), que no le pare bola y le diga a su general, a su superior, que vaya a joder a su madre!!!!!

Hermanos Colombianos, Hermanos Venezolanos, dejemos a los políticos hablar sus benditas mierdas, dejemos al imperio ilusionado con hacer otra guerra para su beneficio, y olvidemos todo metiéndonos cerveza, haciendo sancocho, bailando sabroso y gozando de la buena vida que nos damos en países muy golpeados económicamente que, así no salgan de su crisis económica, no nos quitarán nuestra buena voluntad ni nuestro buen humor, ni Chávez, ni el imperio ni ningún otro guevón.

Ni que uno fuera!!!




Gumercindo Tapia.
Entre dos países hermanos
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viernes, 26 de marzo de 2010

Una Pelea Marital... A La Maracucha

¡Vergación!

Es que tienen que vivir con una maracucha pa’ que sepan lo que es bueno. Más que todo para que perciban su particular modo de expresión, que si de por sí es extraordinario, definitivamente es hasta creativo. Pero bueno ese no es el caso, la vaina es que tuve que arrechármele de lo bello a Yhajaira porque después de un extenuante día de trabajo en el ministerio, he llegado yo a la casa de lo más tranquilo y esa mujer ha empezado a tirá patá e’ kung-fu….

¿Quién la entiende? Será un maracucho pana porque yo, no. Pues bajándome del carro –que se lo quité a los muchachos por esta semana porque me tienen obstinado con los piques-, la Yhajaira ha desenvainado un palo de escoba y le ha caído a palazo al carro. Yo le dije “Pero bueno mujer, ¿te has vuelto loca?” y ella armó su escándalo diciéndome: “Mirá Gumercindo, vos creéis que yo soy guevona pero más guevón sois vos… vos sabéis por qué… no te hagáis el loco”.

A todas esta yo como la canción de Juan Gabriel, inocente pobre amigo, como pude le quité el palo de escoba para que no rayara el techo del carro porque con lo que pagué sería del dolor tener que volverlo a pintar. Le dije “Mira chica, yo no sé qué es lo que te picó, será que tu madre te pegó lo loca ahora cuando vino…” Ella se incorpora y desembucha “¿Loca? Nojoda, loco vais a quedar vos con la recoñiza que te voy a dar si seguís con la guevoná de andar montando mujeres en el carro, ¿pa’ eso se lo quitaste a los muchachos? ¿pa’ andar mujereando? A verga que sí, no te hagáis el loco porque yo te vi”. Yo le pregunté que donde vio qué o que, ella me dijo; “Allá en la entrada se bajó la Jeselia, ¿vos creéis que yo no te vi?”.

¿Jeselia? Pero si yo le di la cola a la señora Ramona y en la esquina su sobrina la ayudó a bajar del carro. Eso era todo. No acostumbro a dar cola pero como me la encontré saliendo del trabajo, dije que sería muy mala educación de mi parte no darle la cola hasta Paracotos a esa pobre vieja. A todas esta me le arrecho a Yhajaira, “Un momentico, no antes inventando vainas que yo lo que hice fue hacerle el favor a la vieja Ramona”, “¿Ramona?, verga sí, a pues Gumercindo Tapia Marcano, yo vi a la coñita esa bajándose del carro, era ella, por mi madre santa nojoda que yo no estoy loca, me arranco el papo y se lo echo a los perros si no era ella”.

¿Me arranco el qué? ¡Dios mío! ¿De dónde esta mujer sacó semejante expresión tan conchúa? Yo quedé impactado. En shock, más que todo cuando percibí el gesto de Yhajaira.

“Así mismo mijo, me arranco el paaaaaaaaaaaapooo y se lo echo a los perros, a verga”. Esto era intolerable, por eso a mí también se me incorporó la sangre y se me espepitó la lengua; “Mija ve, yo toy cansao, apurao y tengo sueño, andá a joder pa’ otro lao mija y colaborá… no me vengas con tus vergas locas a andarme jodiendo, yo no tengo tiempo pa’ andar perdiéndolo con vos…” “¿Ah sí? ¿Estáis apurao es? Será que ya cuadraste la verga y te vais par coño con la Jeselia a pasear…” “Mujer deja de inventar tanta guevonada coño, dame un laíto que estoy apurao”… Ella me quita el palo de escoba y me amenaza diciéndome que yo no voy pa’ ningún lado. Ahí exploté, le quité el palo otra vez y lo tiré al patio y le dije… “Ve mija, toy apurao, y a mí ni vos ni nadie me va a parar mi velocidad”, me aparté y entré a la casa.

Esa noche dormí en el chinchorro del porche pero no importa porque no me le cagué. Y ya está bueno ya de andar aguantándole vainas gratis a Yhajaira, no señor, como dije ¡a mí nadie me va a parar mi velocidad!

!Ni que uno fueeeeera nojósale!


Gumercindo Tapia
Arrecho con esa mujer por loca.
Casado por obligación.

jueves, 21 de enero de 2010

¡Expropiación!


¡Coño e’ la madre! Y me van a disculpar de corazón mi gente, pero es que en un momento tan bochornoso, de tanta impotencia como ésta ¿cómo podemos reaccionar nosotros los venezolanos? ¡Pues claro! Con un buen “coño e’ la madre” pa’ soltar todo el dolor del pecho…

¡Ya les echo el cuento! Pues resulta mi gente que no había podido escribir más en el blog porque con unos rialitos que saqué del fideicomiso, más lo que se han ganado Janixio y Yohairo picando con el carro (qué de valor :S), junté lo suficiente y monté un negocito… sip, así mismo, pues la vaina está bien arrecha y había que encontrar una forma de rebuscase. Ya ven pues por qué no vine más para acá.

Bien, el negocio consta de 6 mesas con sus sillas, un piso bien echao, y tronco de carro de perros calientes. ¡Oh si mi pueblo! Monté un puestico de perros frente a la casa, y bueno llegando del trabajo lo abría con la mayor (Maritza) y con la señora Yosenia que me ayudaba a preparar. La cosa pintó bien y en viento en popa el negocito comenzó a dar sus frutos. Hasta Yahaira me apoyaba. Vendíamos todo tipo de comida rápida; perros calientes (con salchicha alemana y polaca), hamburguesas doble, sencilla, especiales, pepitos, jumbos y otros platillos. Al cabo de 2 meses la cosa se puso buena porque el negocio se la pasaba full. Lo bauticé “Tostadas Mister Gumer”, hice mi registro de comercio, el registro sanitario, saqué los certificado de salud y de manipulación de alimentos, pagaba mis impuestos municipales, y aunque me quedaba mucho cansancio porque no me di el lujo de renunciar, pues la cosa está bien mala como pa’ dejar un trabajo por un negocio, valía la pena echarle piernas todos los días, menos los lunes.. Me tocó acostarme tarde después de cerrar y levantarme en la mañana, con muchacho en brazos partir pa’ la capital. Menos mal que no le hice caso al Jacinto, pues andaba todos los días preguntándome cuanto vendía, y al decirle me zapateaba con que dejase de ir pal ministerio y me enterrase de lleno en el negocio.

Hasta ahí iba bien la cosa, pero como se sabe, un negocio requiere más que trabajo duro y constante, por sobre todo: mantener el capital, pero como cosa rara los proveedores de salchichas, de carnes, embutidos y salsas comenzaron a facturarme más caro porque, evidentemente las fábricas de dichos productos producen en base a rubros norteamericanos ¡y qué creen!, con la reforma del control de cambio, el dólar se disparó, pues a nuestro amado Presidente se le ocurrió la maravillosa idea de devaluar la moneda y restringir aún más el acceso a dicha moneda yanqui pa’ paliar la crisis de la que supuestamente estábamos blindados. Pues mi gente, avocado a la realidad no me quedó más opción que aumentar los precios, ya que no me alcanzaba para invertir ni para reponer mi inventario, y era absurdo que mantuviese los precios viejos pues con lo que me quedaba no podía comprar para el día siguiente.

Cerré algunos días por no tener qué vender y bueno, me tocó subir los precios, pero ¿qué creen?, no más al segundo día comenzaron a decir que andaba especulando, ¡si, especulandísimo!, el broyo comenzó a rodar por todo el barrio, dizque estaba acaparando pa’ subir los precios y qué sé yo que otra cosa más se inventaban. Yo igual de confiado le seguí echandole pichón sin pararle mucho a la gente, pues igual no les quedaba otra que comprar al precio nuevo, pero todo cambió cuando la información llegó a los oidos del Consejo Comunal, los cuales, estaban calientitos porque en ese momento venían de una reunión basada en sentarse todos juntos a ver el Aló Presidente, y se amotinaron cuando escucharon que el Presidente dio la orden de expropiar a quien remarcara precios, a quien especulara y a quien acaparara… ¡¿y adivinen quién era el primero en la lista?!, pues yo.


Me han llegado casi 35 personas a plena fanea nocturna, y han pelao por no sé qué resolución, gaceta o folleto del INDEPABIS junto con unos artículos de la Constitución y la Ley de Expropiaciones… ¡Y me han quitado el carro de perros, con mesas y todo! Yo me sentía desesperado, y por lo que vi nada podía hacer, en el asombro fue una estocada ver que la Sra. Yosenia comenzó a decir que yo no le pagaba su Seguro Social, ni le daba cestatike, mientras la muy coño e’ su madre de la hija mía la apoyaba frente al Consejo Comunal, ardido hasta los pelos, gritándome que yo era un esbirro del imperio. La comunidad entera no se peló ni un instante, pues allí fueron a parar todos a apoyar el espectáculo para avergonzarme más, el escándalo se hizo ver en todo el barrio y al quedar sancionada la expropiación, el pueblo mismo se lanzó a la celebración con un júbilo casi incomprensible.

No mi gente no, ya no se puede, he llorado porque perdí un buen sustento para salir adelante en ésta crisis, y me duele en el corazón ver lo que han hecho con el carrito de perros ¡me lo han pintado de rojo!, las mesas las cambiaron por otras de un mismo color, en el aparato de sonido ahora solo toca marchas del PSUV, mientras los miembros del Consejo Comunal se la pasan dándole charlas a los comensales y repartiendo periodiquitos. El menú no muestra los mismos productos pues dizque las hamburguesas son imperialistas. Ahora venden arepas, cachapas, churros de yuca, y perros con salchicha Rusa (pues son socialistas). Le cambiaron el nombre, ahora se llama “Arepería Socialista Camarada Ché”, y todos vestidos de rojo ahí instalados en frente de mi casa, todos los días, venden y venden mientras yo estoy encerrado en el cuarto porque no puedo soportarlo.

Eso no es nada, no me han pagado el valor del carro ni el inventario, y las deudas con los proveedores tampoco me las reconocieron. Ando mamando y loco pues lo que trabajo en el ministerio se los doy a los acreedores y mis hijos ¡bien gracias!, no quieren ayudarme en nada y me andan pidiendo de todo.

Con el corazón partido me han dejado mi pueblo, ahora frente a la casa, el popular carro de Mister Gumer, se ha vuelto una utopía Socialista del Siglo XXI.

¡Ya no se puede! ¡Coño e’ la madre! !Niquiuno fuera!


Gumercindo Tapia
...
!Nada... Expropíao!