jueves, 21 de enero de 2010

¡Expropiación!


¡Coño e’ la madre! Y me van a disculpar de corazón mi gente, pero es que en un momento tan bochornoso, de tanta impotencia como ésta ¿cómo podemos reaccionar nosotros los venezolanos? ¡Pues claro! Con un buen “coño e’ la madre” pa’ soltar todo el dolor del pecho…

¡Ya les echo el cuento! Pues resulta mi gente que no había podido escribir más en el blog porque con unos rialitos que saqué del fideicomiso, más lo que se han ganado Janixio y Yohairo picando con el carro (qué de valor :S), junté lo suficiente y monté un negocito… sip, así mismo, pues la vaina está bien arrecha y había que encontrar una forma de rebuscase. Ya ven pues por qué no vine más para acá.

Bien, el negocio consta de 6 mesas con sus sillas, un piso bien echao, y tronco de carro de perros calientes. ¡Oh si mi pueblo! Monté un puestico de perros frente a la casa, y bueno llegando del trabajo lo abría con la mayor (Maritza) y con la señora Yosenia que me ayudaba a preparar. La cosa pintó bien y en viento en popa el negocito comenzó a dar sus frutos. Hasta Yahaira me apoyaba. Vendíamos todo tipo de comida rápida; perros calientes (con salchicha alemana y polaca), hamburguesas doble, sencilla, especiales, pepitos, jumbos y otros platillos. Al cabo de 2 meses la cosa se puso buena porque el negocio se la pasaba full. Lo bauticé “Tostadas Mister Gumer”, hice mi registro de comercio, el registro sanitario, saqué los certificado de salud y de manipulación de alimentos, pagaba mis impuestos municipales, y aunque me quedaba mucho cansancio porque no me di el lujo de renunciar, pues la cosa está bien mala como pa’ dejar un trabajo por un negocio, valía la pena echarle piernas todos los días, menos los lunes.. Me tocó acostarme tarde después de cerrar y levantarme en la mañana, con muchacho en brazos partir pa’ la capital. Menos mal que no le hice caso al Jacinto, pues andaba todos los días preguntándome cuanto vendía, y al decirle me zapateaba con que dejase de ir pal ministerio y me enterrase de lleno en el negocio.

Hasta ahí iba bien la cosa, pero como se sabe, un negocio requiere más que trabajo duro y constante, por sobre todo: mantener el capital, pero como cosa rara los proveedores de salchichas, de carnes, embutidos y salsas comenzaron a facturarme más caro porque, evidentemente las fábricas de dichos productos producen en base a rubros norteamericanos ¡y qué creen!, con la reforma del control de cambio, el dólar se disparó, pues a nuestro amado Presidente se le ocurrió la maravillosa idea de devaluar la moneda y restringir aún más el acceso a dicha moneda yanqui pa’ paliar la crisis de la que supuestamente estábamos blindados. Pues mi gente, avocado a la realidad no me quedó más opción que aumentar los precios, ya que no me alcanzaba para invertir ni para reponer mi inventario, y era absurdo que mantuviese los precios viejos pues con lo que me quedaba no podía comprar para el día siguiente.

Cerré algunos días por no tener qué vender y bueno, me tocó subir los precios, pero ¿qué creen?, no más al segundo día comenzaron a decir que andaba especulando, ¡si, especulandísimo!, el broyo comenzó a rodar por todo el barrio, dizque estaba acaparando pa’ subir los precios y qué sé yo que otra cosa más se inventaban. Yo igual de confiado le seguí echandole pichón sin pararle mucho a la gente, pues igual no les quedaba otra que comprar al precio nuevo, pero todo cambió cuando la información llegó a los oidos del Consejo Comunal, los cuales, estaban calientitos porque en ese momento venían de una reunión basada en sentarse todos juntos a ver el Aló Presidente, y se amotinaron cuando escucharon que el Presidente dio la orden de expropiar a quien remarcara precios, a quien especulara y a quien acaparara… ¡¿y adivinen quién era el primero en la lista?!, pues yo.


Me han llegado casi 35 personas a plena fanea nocturna, y han pelao por no sé qué resolución, gaceta o folleto del INDEPABIS junto con unos artículos de la Constitución y la Ley de Expropiaciones… ¡Y me han quitado el carro de perros, con mesas y todo! Yo me sentía desesperado, y por lo que vi nada podía hacer, en el asombro fue una estocada ver que la Sra. Yosenia comenzó a decir que yo no le pagaba su Seguro Social, ni le daba cestatike, mientras la muy coño e’ su madre de la hija mía la apoyaba frente al Consejo Comunal, ardido hasta los pelos, gritándome que yo era un esbirro del imperio. La comunidad entera no se peló ni un instante, pues allí fueron a parar todos a apoyar el espectáculo para avergonzarme más, el escándalo se hizo ver en todo el barrio y al quedar sancionada la expropiación, el pueblo mismo se lanzó a la celebración con un júbilo casi incomprensible.

No mi gente no, ya no se puede, he llorado porque perdí un buen sustento para salir adelante en ésta crisis, y me duele en el corazón ver lo que han hecho con el carrito de perros ¡me lo han pintado de rojo!, las mesas las cambiaron por otras de un mismo color, en el aparato de sonido ahora solo toca marchas del PSUV, mientras los miembros del Consejo Comunal se la pasan dándole charlas a los comensales y repartiendo periodiquitos. El menú no muestra los mismos productos pues dizque las hamburguesas son imperialistas. Ahora venden arepas, cachapas, churros de yuca, y perros con salchicha Rusa (pues son socialistas). Le cambiaron el nombre, ahora se llama “Arepería Socialista Camarada Ché”, y todos vestidos de rojo ahí instalados en frente de mi casa, todos los días, venden y venden mientras yo estoy encerrado en el cuarto porque no puedo soportarlo.

Eso no es nada, no me han pagado el valor del carro ni el inventario, y las deudas con los proveedores tampoco me las reconocieron. Ando mamando y loco pues lo que trabajo en el ministerio se los doy a los acreedores y mis hijos ¡bien gracias!, no quieren ayudarme en nada y me andan pidiendo de todo.

Con el corazón partido me han dejado mi pueblo, ahora frente a la casa, el popular carro de Mister Gumer, se ha vuelto una utopía Socialista del Siglo XXI.

¡Ya no se puede! ¡Coño e’ la madre! !Niquiuno fuera!


Gumercindo Tapia
...
!Nada... Expropíao!

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