lunes, 27 de julio de 2009

Cindo El...


Bueno, como he seguido el consejo de ustedes de tener el blog para desahogarme de mis vivencias, les confieso que en estos momentos me encuentro muy nervioso por lo que les voy a contar (Ruego que me guarden el secreto). Voy a necesitar que me ayuden con la caimana de mi mujer porque no sé como decirle lo que me está pasando.

Resulta que hace algunos años, trabajando aquí en el ministerio, me enviaron en una comisión especial pa’ Maracaibo, -ya había conocido a Yhajaira y hasta nos habíamos casado-. Fui a hacer un trabajo de casi 6 semanas, de las cuales solo viajaba a ccs de vez en cuando para atender los asuntos de la casa. En ese tiempo vivíamos en Los Teques. Pero, en mis días en Maracaibo tuve una aventura… Bueno si… Una aventurita de esas en donde cae uno por culpa de los amigos (Si mi gente, otra vez: Jacinto). Pues resulta que por andar de tragos en tragos conocí a Miriam. Una caraja “moyejua” como de 1.90. Ojos café, morena, buena moza… Jum… Estaba más buena que el coño. Salimos por allí y entre brindaítas y promesas (Coño sí, porque las maracuchas lo que jalan cobres es verga antes de soltarsele a uno) terminamos teniendo relaciones. Bueno… No una sino, varias de ellas.

Miriam me consentía en todo ¡Eso si que te tenía ella! No me peleaba, no me dejaba esperando la cena, me dejaba salir con Jacinto a echarnos unas poquitas por ahí por las playitas, y lo mejor de todo es que no jugaba baraja. Pues bien, aunque fue depinga y como todas las cosas de la vida, todo quedó en el pasado. Al cabo de 6 semanas tuve que regresar a Caracas y de Miriam solo me quedó el recuerdo.

Pero esa es la parte bonita, porque resulta, acontece y pasa que… ¡Ahora estoy metió en tremendo peo! Y discúlpenme la grosería mi gente pero es que eso no tiene otro nombre. Después de trece años, se me ha aparecido aquí en la oficina, en el Centro Simón Bolívar, un carajito de 12 años que sin que yo lo conozca, me ha pedido que le eche la bendición.

-¿Quéeeeeeeeeeee? -Fue lo que grité cuando noté que me lo dijo en maracucho, y seguidamente, cuando leí la carta de Miriam diciéndome que ese muchacho era “el fruto de nuestro amor”…. O aventura, mejor dicho.

¿Pero cual amor? Si yo solo salí una pocas veces con ella, ¡Ay mi Dios! no sé que hacer, todavía Yhajaira no sabe nada, ni mis hijos. Solo el compadre (Si… ya fui de bocón a contarle, carajo). No debí haberle dicho nada por que me salió con una de “bueno compadre juéguese su triplecito de vez en cuando pa’ que le empiece a pasar al muchacho”… ¡Pero no, que va! Estoy desesperado, no sé que hacer… primero; el muchacho ya me encontró. Parece que está aquí en ccs con su madre. Quiere rial. Dizque se viene a estudiar en el Colegio San Ignacio ¡Todavía no se me pasa el susto y ese tripón del coño quiere que lo meta a estudiar privado! Qué de valor. Los hijos míos que estudian en el liceo bolivariano de Paracotos, nomás llegan a enterarse y me cocinan vivo. Yo que ando mas pelao que rodilla e’ chivo, que ni plata cargo pa’ arreglar el choque del carrito, tengo que lidiar con el pasado y el Jacinto en vez de apoyarme, lo que hace es mamarme gallo.

Yo sé que el niño no tiene la culpa, pero también sé que a Yhajaira no le interesa de quien es la culpa porque lo que más le interesa es despelucharme la quincenita cuando apenas cobro. Esa mujer pide todos los días, y si sabe que el chamo quiere ropa, colegio privado, mensualidad y demás ¡Ufffff… Qué digo me mata! Los tripones míos comen más que yo… ¡Nojosale! El Mozar De Jesús parece un alambique tragando, cuando llego a la casa, esos vergos no me dejan ná, y pa’ colmo, el gobierno está bajando los sueldos por solidarizarse con la revolución, ¡Ahora y que un aporte mensual del sueldo para el tesoro nacional! ¿Ah? ¿Qué les parece?

Lo cierto es que, bueno, necesito rial, para hacerle a ese muchacho una prueba de ADN para saber si de verdad es mío el paquete, si no es, me salvo, pero si es, no sé que hacer. Cuando le diga a la amargada de mi mujer que tengo un chamo de 12 años con otra mujer ¡Ay Dios mío! Es que cuando el pobre lava; llueve. Lo mas cumbre es que cuando eso pasó, Yhajaira y yo estábamos de lo mas enamorado, nos queríamos tanto que todo era amor y cariño, tanto que Yhajaira me llamaba “cindo” por cariño, ¿Y saben que? Al carajito de Miriam, -supuesto chamo mió-, le pusieron ese nombre: “Cindo”…

¡Maginate! Cuando Yhajaira se entere… me lo irá a arrancar (Me refiero al sueldo) pa’ no gastalo en el coñito.

Ay mi gente ¡Ayúdenme! A ver que hago… ¿Será que de verdad me empiezo a jugar unos triplecitos? ¿O monto un taller de latonería y contrato al chamo para meter la coba de que es un trabajador y así disimulo la cosa? ¿O me cambio el nombre para no parecerme a “Cindo”?..

¡Ay maíta! Ni que uno fuera….

Gumercindo Tapia.
Venezolano de Orgullo
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Casado por obligación
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Asusta’o por picarón.

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